Llevo ya tiempo con el coche, pero creo que este comentario puede cuadrar en cierto modo en el epígrafe de primeras impresiones. Veréis. Después de seis meses con el coche, por fin he podido hacer un viaje largo. Al final compré en febrero un Emotion de 2019. Tras valorar las diferencias con el 2020 y la diferencia de precio (3000 euros) me decidí por el modelo del 19. Finalmente, junto con los descuentos por achatarrar el viejo diesel (un Gran Scenic de 2006) me quedó un precio que me pareció que estaba bien. El caso es que junto a casi tres meses de apenas usarlo por el confinamiento, desde entonces he utilizado el coche en el día a día para ir y volver del trabajo (apenas 30 kilómetros al día) y pequeños desplazamientos de fin de semana. Y en esas circunstancias he confirmado lo que tantas veces he leído en este foro: comodidad, suavidad de conducción y un consumo razonable, aunque no súper ( la mayor parte de los repostajes entorno a las cuatro litros y medio, ciertamente que sin esforzarme demasiado por buscar medias inferiores). Y sin problemas de ningún tipo, aunque solamente lleve hechos poco más de siete mil kilómetros. Pero, como decía, me faltaba un viaje de cierta distancia, con carga y demás circunstancias que en el día a día no se suelen dar. Y lo he podido realizar este mes de agosto, con un recorrido de algo menos de dos mil kilómetros entre Bilbao y Rosas, ida y vuelta, a través de Francia. Muchos conocerán esa autopista, que tiene como punto destacado para valorar el rendimiento del coche las subidas largas y de pendientes pronunciadas de la zona de Pirineos. En el resto del trayecto, salvo en esas tres-cuatro subidas concretas, le pones al coche el regulador de velocidad (CCA, levemente por encima de la velocidad permitida) y tira sin ningún problema. ¿Y en esas subidas? Pues tras todos los comentarios leidos en el foro, la verdad es que no le daba al coche la oportunidad de bajar del cuarto de batería. Es decir, en el momento en que llegaba a ese punto, y ayudado por el diagrama de transferencia de energía, bajaba la velocidad hasta un punto (que podía ser entorno a los cien por hora) en el que comprobaba que la marcha del coche estaba sustentada por el motor térmico, que simultáneamente iba recargando la batería. De ese modo cierto es que en esos puntos (muy concretos) bajaba la velocidad, pero manteniendo siempre al menos ese cuarto de batería para cualquier necesidad. Tengo la duda de que incluso eso fuese necesario para mantener la batería, pero así lo he hecho, en plan muy conservador. Es más, siento una cierta curiosidad por saber cómo gestionaría el motor la situación en el caso de quedarse absolutamente sin batería, pero en esas circunstancias preferí no probarlo, y en otras circunstancias nunca me ha sucedido. Mi sensación en suma es que el motor aguanta bien las subidas en la autopista a velocidad legal, aunque sí le cuesta más recuperar si por alguna razón (un camión o cualquier otra) tienes que realizar un brusco descenso de velocidad en esas rampas. En cualquier otra circunstancia, cualquier otro tipo de subida o de carretera, satisfacción total. En resumen, en cuanto al motor, si bien creo que es en el entorno urbano-interurbano en el que ofrece todas sus virtudes, permite afrontar un viaje de estas características sin problemas (por cierto, con un consumo entorno a los seis litros en ese trayecto por autopista).
Por otro lado, viniendo de un Gran Scenic estaba habituado a tener un amplio espacio, tanto en el habitáculo como en el maletero, y en este sentido la impresión también ha sido buena. Cierto es que sólo íbamos tres adultos en el coche, con el correspondiente equipaje para dos semanas, pero nos hemos arreglado razonablemente con la carga y en cuanto a la comodidad para hacer un viaje de esa distancia, ninguna pega, al contrario.
En resumen, satisfactoria la primera experiencia de viaje largo con el coche, con la única pena de no haber podido realizarlo antes. Y tras esos algo más de siete mil kilómetros recorridos, encantado con el coche.