hace unos años, el termómetro de agua de los coches indicaba la temperatura real del refrigerante y se podía ver oscilar la aguja en función de la carga del motor, temperatura exterior, etc. Lo normal es que un motor trabaje entre 83º y 90º. En el momento en que el motor empezaba a sobrecalentarse, la aguja iba indicando el progresivo aumento de temperatura. Actualmente, la mayoría de coches llevan termómetros en los que la aguja se queda fija en una posición siempre que el intervalo de temperatura del motor sea normal. Es decir, que si está comprendida, por ejemplo, en un rango entre los 80º y los 93º, la aguja no se moverá de la posición intermedia de la escala. Ahora bien, si se supera ese umbral predefinido, la aguja no se mueve progresivamente, sino que se mueve de golpe, con lo que quizás el conductor no tenga tiempo a reaccionar y a evitar el calentón. Yo no sé si esta forma de trabajo de los termómetros la inventó VAG o no, pero es lo habitual actualmente en los coches modernos.
Por otra parte, tan importante es tener bajo control la temperatura del aceite como la del agua. El aceite lubrica y a su vez, refrigera el motor, pero esta tarea la soporta mayormente el circuito de refrigeración. Ambos sistemas son independientes, pero trabajan coordinadamente: si no hay buena lubricación, hay mayor fricción y por tanto, sobrecalentamientos, con lo que el agua tenderá a calentarse (ya no quiero ni mencionar los riesgos de gripaje). Si no hay buena refrigeración, habrá sobrecalentamiento del motor y el aceite no podrá absorber ese incremento de calor. Lo suyo es llevar bien mantenidos ambos circuitos, aceite y agua a nivel y de calidad, y a hacer kilómetros.
Y ya que sale el tema, desde aquí, mi protesta para los fabricantes, por ser tan rácanos con la instrumentación de los coches. Hoy en día tenemos docenas de pijadas electrónicas que acaban convirtiéndonos en conductores medio tontos/vagos, pero descuidan aspectos que considero fundamentales para saber si nuestra máquina funciona correctamente: la instrumentación. Yo creo que el mínimo imprescindible en un coche sería un cuenta revoluciones, un termómetro de agua (hay coches que ya no llevan), un manómetro de aceite, un termómetro de aceite, un voltímetro y un manómetro de presión de turbo (si el coche es aspirado, por supuesto que no tiene sentido). Los fabricantes dicen que tantos instrumentos confunden al conductor, pero yo opino justo lo contrario y cambiaría gustoso el climatizador de doble zona o el plegado eléctrico de retrovisores, por ejemplo, por una buena batería de relojes en el cuadro.