* Los sensores de ultrasonidos: son unos pequeños cilindros, entre dos y cuatro según el equipo adquirido, de unos 19 milímetros de diámetro (como una moneda de 1 euro) que emiten ondas de ultrasonidos a 40 kiloherzios que rebotarán en los obstáculos abarcando un ángulo entre 130º-160º horizontalmente y 50º-60º verticalmente. Se encastran en el parachoques, por lo que es necesario hacer unos agujeros. El problema de los ultrasonidos es que son bastante direccionales y puede haber un obstáculo que no entre en el campo de detección de ninguno de los dos sensores del conjunto básico. En la mayoría de coches en que vienen de serie hay cuatro, y a veces cinco, sensores, pero en los equipos básicos sólo dos, dejando parte del parachoques -ciego-, por lo que es aconsejable instalar dos sensores más. Además, los sensores pueden sufrir interferencias producidas por otros aparatos ultrasónicos. El precio oscila entre los 80 y los 140 euros.
* El sistema de detección electromagnético o de microondas: se basa en la detección de alteraciones del campo electromagnético producida por los objetos sólidos. Su instalación es más sencilla, ya que los sensores vienen integrados en una tira de aluminio que se coloca dentro del parachoques, por lo que no es necesario realizar agujeros. Además, la cobertura de detección es completa y no precisa de la instalación de sensores suplementarios, como ocurre con los sistemas basados en los ultrasonidos. Hay que tener en cuenta que debido a que este sistema informa de alteraciones en el campo electromagnético, sólo detectará obstáculos cuando el coche esté en movimiento, dejando de emitir pitidos en el momento en que pare la maniobra de aparcamiento, reactivándose en cuanto el vehículo vuelva a moverse. El precio varía desde los 80-110 euros hasta los 300 que cuestan los de manos libres Bluetooth.