Gracias al desastroso vuelco del primer Mercedes Clase A en su presentación durante la prueba del alce, ahora todos los coches llevan de serie el control de estabilidad, uno de los sistemas que más accidentes ha evitado. Así lo hace para mantenernos por el buen camino.
La primera generación del Mercedes Clase A se hizo famosa por volcar dramáticamente ante la prensa en la prueba del alce, una maniobra de esquiva muy brusca. Entre las soluciones que tuvo que integrar Mercedes en su nuevo modelo, estuvo el instalar un control de estabilidad de serie en toda la gama. La solución funcionó y gracias a ello, hoy en día el ESP es un elemento obligatorio en todos los coches desde el 1 de noviembre de 2014. ¿Cómo funciona el control de estabilidad?, ¿cómo consigue mantener la trayectoria correcta sin tocar el volante?, eso es lo que trataré de explicar aquí.
El Sistema de Control de Estabilidad es uno de los dispositivos de seguridad activa más importantes del automóvil y ha evitado muchos accidentes. Se calcula que el ESP es capaz de salvar unas 2.500 vidas al año, así que bienvenido sea aunque a muchos probadores y conductores les pueda parecer demasiado «intrusivo».
En contra de lo que podamos pensar, la inmensa mayoría de los conductores carecemos de las aptitudes y conocimientos necesarios para dominar nuestro automóvil. Sabemos guiarlo y encender las luces, pero no tenemos la capacidad de poner las cosas bajo control cuando, por algún motivo, lo perdemos. En la mayoría de las ocasiones, somos nosotros mismos los que provocamos el «problema», y lo peor de todo es que lo hacemos sin saberlo. ¿Cuántas veces hemos dicho o hemos oído “se me fue el coche”? Hablamos de una máquina y ésta no hace absolutamente nada que no le hayamos ordenado, ya sea voluntaria o involuntariamente.
Gracias a los avances en la electrónica se ha conseguido desarrollar y abaratar la producción de sensores que pueden recibir y transmitir datos de forma muy rápida y unidades de control capaces de tomar decisiones instantaneas y, sobre todo, interactuar entre ellas. Este último punto es crucial, ya que para que el ESP pueda variar la trayectoria de nuestro coche, es necesario que trabajen al unísono varios sistemas: el motor, los frenos y el ABS, la dirección.…
Es importante hacer hincapié en que el control de estabilidad no puede obrar milagros, no proporciona más agarre al coche; básicamente, lo que hacen es enmendar los errores que el conductor comete o solucionar algunos imprevistos que no hayamos sido capaces de anticipar.
Para muchos puede sonar raro que se pueda hacer girar a izquierda o a derecha un coche sin tocar el volante, pero seguro que más de una vez hemos visto trabajando en una obra a una excavadora con orugas: no tienen volante y para girar, frenan la oruga de un lado o de otro o incluso la mueven en sentido contrario. Pues el ESP hace más o menos lo mismo: frena la rueda que más le convenga en cada situación para generar una fuerza opuesta a la que nos está «echando» de la curva y la compensa hasta que más o menos volvemos a la trayectoria ideal.
Con esto ya tenemos cuál es el punto débil del ESP, y es que necesita que las ruedas tengan adherencia para poder contrarrestar la inercia que nos está sacando de la trazada. Si la inercia es lo suficientemente elevada o la adherencia demasiado escasa, no podrá solucionar el desaguisado.
Imaginemos que vamos por una carretera y vemos una curva hacia la derecha, empezamos a trazarla y (aunque al leerlo pueda sonar raro, en el día a día sucede constantemente) estamos acelerando. Movemos el volante, pero el coche quiere seguir recto. Los sensores le dicen a la unidad de mando que el volante está girado 30º y circulamos a 80 km/h. Esto debería generar una aceleración lateral determinada, por ejemplo, 0,45 g, sin embargo, el sensor correspondiente dice que sólo es de 0,30. Esto significa que el coche no está girando todo lo que le indicamos con el volante (subvira). Lo primero que hará el ESP es soltar el acelerador aunque el conductor lo esté pisando, y frenará la rueda interior trasera para que el eje delantero «tire» hacia el interior de la curva.
Si, por el contrario, estamos en una situación de sobreviraje (el coche describe una curva más cerrada de lo que indicamos con el volante), el ESP frenará la rueda exterior delantera para equilibrar las fuerzas y mantener la trayectoria que indicamos.
(Textos sacados de la red y de la prensa especializada)
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